Capitulo 4: Una nueva amistad.
Aquella figura dejó la oscuridad y
fue descubierta por la luz del
día. Resultó que
solo era un anciano con gafas
y cabello blanco. Respiré
aliviada. El señor me preguntó
mi nombre y
después de responderle, él añadió:
- ¿No
deberías estar en la
escuela?
Yo me quedé callada. No me esperaba esa pregunta y no
sabía si decirle la verdad
o mentirle. Al final le expliqué con voz
entrecortada, porque me daba un poco de vergüenza decírselo
a aquel desconocido, que había
decidido no ir más al cole porque no
me gustaba. La verdad, después de decirlo en voz alta me pareció una
razón un poco
absurda, pero mantuve firme mi
idea.
El anciano me dijo con voz un poco preocupada:
- ¿Tus
padres te dejan hacer eso?
- Sí, les parece bien - mentí yo.
- Creo
que deberías venir a mi casa, me gustaría explicarte una
cosa.
Yo asentí y le seguí a
una de las casas más bonitas que había visto en mi vida por Valencia, y
resultó estar en un sendero que salía de la plaza.
Al entrar me di cuenta de que en ese
lugar había objetos que sólo había visto
en películas: una máquina de escribir,
candelabros de oro, libros con
fechas de hace cientos de años y fotos
en blanco y negro de un joven junto a
unos aviones y con un paracaídas
desplegado.
Continuará...
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