domingo, 22 de febrero de 2015

Poema de la cometa




      Poema de la cometa
                
                 DEL AÑO PASADO, EN VERANO





La cometa vuela ágil                                                             

sobre la verde colina
y el viento en la altura
a su alrededor se arremolina.

Cuando la cometa está triste
sale a volar de un salto
y alejada de los problemas
puede pasar un buen rato.

Es que en lo alto del cielo
los problemas, pequeños parecen.
Y con la fresca brisa

los miedos desaparecen.

sábado, 21 de febrero de 2015

La historia de Blanca Capítulo 5




Capítulo 5: Una historia, una  lección.

El  caso  es que  no  me  contó su historia del paracaídas, y  eso  que  yo  tenía  cara  de  quiero  saber  más sobre eso. Prefirió contarme lo que tenía preparado. Así comenzó su  relato:


- Cuando  yo  tenía  más  o  menos  tu  edad  iba a una escuela que  ahora es  una  biblioteca  y  una  buena  amiga  mía  llamada Catalina,  un  día  no  vino  a  clase.  Era  la  primera  vez  que  faltaba  en  los  últimos  cinco  años,  y  aquella  vez  fue  porque   su  hermano  tenía  las  chinas  y  se  las  había  pegado  a  ella,  así  que,  como  comprenderás, nos  preocupó  bastante  que  no  viniera  ese  día. Ni  tampoco  vino  al  día  siguiente, ni  el  otro,  ni el  otro.  Al  cabo  de  unas  semanas  me  la  encontré  por  la  calle  y  le  pregunté  por  qué  no  había  venido  todo  ese  tiempo    a  clase  y  me  dijo  que  era  porque  ya  no  quería  ir  más  al  cole.  Y  como  ya  sabía  leer  y  escribir,  sumar,  restar,  multiplicar  y  dividir  sus  padres  no   pusieron  ningún  inconveniente. 


   Yo estaba  de  buen  humor,  porque  estaba  empezando  a  pensar   que  no  tenía  sentido  eso  de  no  ir  al  cole  si  no  te  gusta, pero  aquella  historia  me  estaba  dando  la  razón  y  me   aclaraba  que  yo  no  era  la  única  que  pensaba  así.


El  anciano  prosiguió:

  - Pasaron  los  años  y   cuando  fuimos  mayores   todos  hicimos  nuestro  sueño  realidad;  mi  amigo  Antonio  fue   escritor, Lorena  pianista,  Pepito   fue  pintor  y  yo   paracaidista. Todos  éramos  muy  felices, todos  menos  Catalina. Ella,  al  no  estudiar  y  no  ir  al  cole, no  pudo  ser  diseñadora  de  moda,  que  era  lo  que  ella  quería,  y  tuvo  que  ser  ama  de  casa  durante  mucho  tiempo,  y  ese  es  un   trabajo  bastante  duro.  Hace  unos  años  decidió  volver  a  estudiar,  y  el  año  pasado  terminó  cuarto  de  la  E.S.O.  Y  ahora  cada  vez  que  me  ve  me  dice: "Ay,  me  arrepiento  cada  día  de  haber  dejado  el  cole,  amigo."  Y  se  sigue  arrepintiendo.


   Vaya.  Vaya, vaya, vaya.  Me quedé  tan  embobada  como  mi  madre  cuando  está  muy preocupada  y  no  sabe  qué  hacer.


   Debe  de  ser  genético, porque  a  mi  abuela le  pasa  igual,  pero  la  razón  es  distinta.   A  ella   le  ocurre  cuando  ve  a  su  perrita  acurrucarse  en  los  jerséis  que  se  trae  a  mi  casa  cuando  viene  en  invierno  de   visita.  Es  verla  y  quedarse  ahí  con  la  baba  por  fuera  durante  un  rato,  hasta  acaba  aburriéndose  porque  la  “Dumbi,”  que  es  el  nombre  de  su cachorrita, se  queda  dormida.


 Bueno, el  caso  es  que  después  de  pensarlo  un  poco dije:
- Muchas  gracias  por  todo,  ahora tengo  que  hacer  una  cosa.  Y  luego  le  murmuré  unas  palabras  en  el  oído, y  él  asintió.  No  te voy  a  contar  lo  que  le  dije,  todavía  no,  no  te  voy  a  estropear  la  sorpresa.


    Bueno,  pues  mi  madre  se  empezaba  a  preocupar  porque  yo  no  había  llegado  a  casa.  Así  que  se  puso  a  buscarme por  todo  el  barrio.  Al  cabo  de  un  rato, cansada  de  buscar,  se  sentó  a  tomarse  algo,  y  entonces me  vio.  Sí,  era  yo  la  que  salía  de  la  escuela  con  mi  maleta,  hablando  con  Sofía  sobre  la  redacción  que  nos  habían  mandado  de  deberes.  Mi  madre  me  abrazó  muy  fuerte.



   Yo  le  expliqué  todo  lo  que  había   pasado, y  después  me  fui  a  casa  del  anciano. ¿Para  qué?  Te  preguntarás.  Pues  para escribir  esta  historia  en  su  máquina de  escribir,  para  que  todo  el  mundo  que  pensara  como  yo  pensaba   antes  pudiera  leerla  y  cambiar  su  opinión  del  mundo, de  ese  mundo  que  yo  creía  que  era  la  más  importante  y  con  más  poder,  sin  pensar  en  sus  consecuencias.  Después  de  un  par  de  días  trabajando  en  esta  historia,  he  conseguido  terminarla.  Sólo  me  faltaba  Un título.  Pero... ¿Cuál?  Llevo  días  pensando,  y tras  consultar  a  mi  profe  Margarita,  a  mi  madre,  a  Sofía  y  a  Juan,  el  anciano,  he  decidido  llamarla “La  historia  de  Blanca”,  una  niña  especial.




  Ya  sé  que  dije  que  terminaría  la  historia  con  un  colorín  colorado,  pero  tengo  prisa,  que  me  tengo  que  ir  al  cole,  y  no  quiero  que  mi  relato  sea  uno  del  montón. Así  que  voy  a  terminar  con  algo  bonito,  para  no  quedar  mal. Y puede  que  para ti  esto  sea  un  cuento,  un  relato  o  una  historia,  e  incluso  sólo  un  papel.  Pero  para  mí  es   algo  más,  es  sin  duda  alguna,  mi  gran  tesoro.



   Trabajo realizado   por   Amanda    Rodríguez   Machín

martes, 17 de febrero de 2015

La historia de Blanca Capítulo 4



Capitulo  4: Una nueva amistad.

  Aquella  figura dejó la oscuridad  y  fue  descubierta por   la luz del  día.  Resultó  que  solo era un  anciano  con gafas  y  cabello blanco.  Respiré  aliviada. El señor me preguntó  mi  nombre  y  después de responderle,  él  añadió:
- ¿No  deberías  estar  en  la escuela?

   Yo me quedé  callada. No me esperaba esa pregunta y no sabía si  decirle la  verdad  o mentirle. Al  final  le expliqué con  voz  entrecortada, porque me daba un poco de vergüenza  decírselo  a aquel desconocido,  que había decidido no  ir más al  cole porque  no  me  gustaba.  La verdad, después de decirlo en voz  alta me pareció  una  razón  un  poco  absurda, pero mantuve firme  mi idea.

   El anciano me dijo con voz un poco preocupada:
- ¿Tus  padres te dejan  hacer  eso?
- Sí, les parece bien - mentí yo.
- Creo  que deberías venir a mi casa, me gustaría explicarte  una  cosa.


   Yo asentí y le seguí a una de las casas más bonitas que había visto en mi  vida por Valencia,  y  resultó estar  en  un sendero que salía de la plaza.

    Al entrar me di cuenta de que  en ese  lugar  había objetos que sólo  había visto  en películas: una máquina de escribir,  candelabros de oro,  libros con fechas de hace  cientos de años y fotos en blanco y negro de un joven  junto a unos aviones y  con un paracaídas desplegado.


El señor, al ver como yo observaba  esas fotografías  me explicó  que había sido paracaidista, y yo le miré asombrada. Desde luego aquel anciano no tenía pinta de haber sido paracaidista,  y  no se parecía en  nada  a  la  persona  que  salía  en  la  foto. Pero el  hombre tenía bastantes  ganas de contarme  una historia, se le notaba,  y  no  perdió  el  tiempo  en  aburrirme con una  de  esas  batallitas  que  cuentan  los  abuelos,  esas  tan  insoportables  que les  ocurrieron  de  jóvenes,  que  te empiezan  a  contar   fingiendo  que  era  algo  muy  importante   en  su  época  para  que  tú  te  intereses  un  poco. Así que la presté atención. Fue  la mejor decisión que he tomado en mi vida.


Continuará...

sábado, 14 de febrero de 2015

La historia de Blanca Capítulo 3




Capitulo 3: ¿Dónde están mis amigos?

 Me  preguntaba   dónde  estaban  mis  amigos,  y  por  un  momento  pensé en  llamar  a  la  madre  de  Sofía. Por  si  no  lo  sabías, Sofía  es  mi  mejor  amiga. Tiene  la  misma  edad que yo, pero es más  bajita.  Además, tiene una  melena  rubia  muy  larga  y  unos  ojos  azules muy  pequeños. A diferencia de mí,  a  ella  le gusta mucho  leer  y estudiar,  y  es muy  responsable y tranquila. Pero  nos  llevamos  muy  bien  y  ella  me admira  bastante,  lo  que  es  muy  raro, porque  yo  no  soy  exactamente  un  ejemplo  a  seguir,   y  no  me  suele admirar  mucha  gente  que  digamos. 

Pero  el  caso  es que  me  quité de  la  cabeza  la  idea  de  llamar  a  su  madre,  porque  es  muy  gruñona  y  no  le  cae  bien  casi  nadie.  Recuerdo  que  un  día  mi  madre  se  la encontró   en  el  Mercadona, que es donde   compran todas las madres que conozco, la saludó  y ella en vez de  responder  soltó  un bufido  y  se fue  a la sección  de los lácteos.


 Entonces  caí  en  la  cuenta  de  que Sofía  no  se  había  rebelado  como  yo,  ni  ninguno  de  mis  amigos, así  que todos estarían  en  clase, haciendo  cuentas  y leyendo   libros educativos.  Los pobrecitos, allí  encerrados  sin  saber lo que es  la libertad.  

                                             
 Salí   de  la casa  y  me senté  en  uno  de  los  viejos  bancos  de  la  plaza.  No sabía  qué  hacer.  En ese  momento, por primera vez  en toda  la  mañana  vi  a alguien.  Una  figura  oscura se acercaba  a  mí. 

Continuará...




martes, 10 de febrero de 2015

La historia de Blanca Capítulo 2


  Capitulo 2: Por las calles de mi barrio.
  
   Efectivamente, era muy temprano, ni siquiera había  cola en la panadería  “Un  rincón de harina y dulces”, que está al lado de mi casa.  Yo  doblé  la  esquina  y  me paré en seco. Me aseguré de que nadie  miraba  y moví a un lado  unos tablones de madera, que dejaron a la vista una callejuela muy estrecha  y  antigua, con viejas casas  sin  reformar a ambos  lados. 


      Era un camino que descubrí con mis amigos un día, pero casi nadie sabe que existe, así que preferimos dejar los tablones colocados como  los encontramos  para  mantener  aquel  callejón secreto en  secreto.


Yo ya  había ido por ahí muchas veces, y había descubierto que llevaba  a una  pequeña plaza con  una  fuente  muy  bonita y  unos  bancos.  Alrededor de la plaza había otras casas deshabitadas pero imposibles de entrar, todas excepto una.  Esa  casa  había sido  elegida como  punto  de reunión  entre   mis  amigos  y  yo  para  vernos.  Así,  cuando estábamos  aburridos  íbamos  allí  a  esperar por si venía alguno de nosotros   y  jugar.  Yo  entré   por  la  puerta  de  atrás,  que es  por  donde  a mí  me  gusta  entrar.  Es  que  si  entras  por  la  puerta  principal  no  tiene  emoción,  y  yo  para  vivir  necesito  que  me entré   el  gusanillo  de  la  aventura,  si no  me  quedo  con  un  vacío  por  dentro.



      La casa  estaba  llena  de  polvo,  como  siempre. Ninguno  de nosotros  nos  habíamos  molestado en limpiarlo  nunca.  Subí  por  las  rechinantes escaleras de  caracol  al  piso  de  arriba: no  había  nadie.  Me asomé  a  la  única  ventana  que  no está tapiada  y  contemplé  las calles de  Albal,  que es  donde  vivo yo, en  Valencia.  Es  un  lugar  muy  bonito, con  calles  muy  antiguas  y parques  con  carriles  bici, y  es  una  zona  muy  tranquila  por donde a la  gente  le  gusta  pasear.  


    Es  un  lugar  encantador.

Continuará...




sábado, 7 de febrero de 2015

La historia de Blanca Capítulo 1




5-10-13
Esta  historia  fue  inspirada  en  un  gran  tesoro  que   se  encontró  hace  mucho   tiempo (exactamente  el  viernes pasado).Un tesoro  que  era  el más bonito jamás descubierto en el mundo: un  tesoro  lleno  de  recuerdos, anécdotas  y  poesías  que  a mí  y  mis compañeros  nos  asombraron  con su belleza. De  hecho, a mí me impresionó  tanto  que  he elegido una letra  de  máquina de escribir. Incluso  he  escrito  una  historia  relacionada con lo que nos  dijeron aquellos  ancianos  de  su  infancia  y   juventud.
   Pero  ya  es  hora  de  que  se  cuente  el  cuento  por  donde empiezan todas las historias,  con las  palabras erase  una vez  al principio  y  un colorín  colorado al final.      



Capitulo 1: No quiero ir al cole

Erase  una vez  una  niña de  12  años recién cumplidos, alta y delgada, de cabello  castaño  y  ojos verdes. Era  muy  inteligente,  pero  también  orgullosa y caprichosa. Además no le gustaba estudiar.  Resulta que esa niña soy yo. Me llamo Blanca, aunque  mi madre  suele  llamarme  Blanquita.


Una mañana de septiembre  mi  madre  me  despertó muy  temprano  y  me  recordó  que ese  día empezaba  el cole.  Yo ni me acordaba, el verano se me había pasado muy  rápido, pero tampoco  me importaba, porque  había estado pensando y  había  decidido no ir más al cole.


- Pero... - intentó responder cautelosamente ella, ya que sabía que yo puedo  llegar a ser muy irritante  y  testaruda si me lo propongo.


Yo me negué rotundamente  y me vestí, no para  ir  al  cole, sino  para  darme  una vuelta por  el  barrio, mientras que mi madre estaba ahí hipnotizada sin saber que decir. Mucha gente se asustaría al verla  así,  pero  yo  la conocía  muy  bien  y  sabía que  le pasaba  muchas  veces cuando  estaba  muy preocupada  y  no  sabía  qué  hacer,  y se  quedaba  embobada  mirando  al  infinito. Y  tú te podías  ir  tranquilamente, que ella no enteraba.

Me  hice  un bocadillo que metí en mi  mochila  de  la escuela, porque  ya no  la iba  a usar  para ir allí y me largué.  Debía de ser muy temprano,  porque al bajar las escaleras  del tercer  piso, que es el mío,  al portal  no vi a mis vecinos peleándose.  Eso es muy raro, porque  mis  vecinos  se pelean todos los  días  por  la  mañana,  ya  sea  porque  el  perro  del señor del primero esta  ladrando  o  porque  las   hijas   de la joven  del segundo están saltando a la comba y el ruido  se  escucha  por  todo  el  edificio.  O  el del  cuarto,  que siempre discute con  la señora  de la limpieza,  o  puede que  simplemente se peleen por la cáscara de  un  huevo.  Pero el  caso es que  nunca  paran. 


-¡YO  LIMPIO PERFECTAMENTE, ES USTED  EL QUE LO DEJA TODO SUCIO NADA MÁS ENTRAR!
- ¿ME ESTÁ LLAMANDO USTED COCHINO?
Esto suele ser  entre  las siete   y  media  y las ocho,  así que o  bien  los habían raptado  a  todos por armar  tanto  jaleo  o  todavía  estaban  durmiendo. No  sé   por  qué  pero me daba  en la nariz que más bien era la segunda opción.


Y yo seguí  por  mi  camino  hasta la puerta del edificio.

Continuará...